Cuando despierto
Cuando despierto, es decir, al abrir los ojos, no veo nada, todavía es noche.
La oscuridad es dueña de todo el entorno.
Yo se todo lo que hay en la habitación.
Estoy en la cama.
En la pared de la izquierda se que hay una cuadro con mi nieto sonriente en los brazos.
A la derecha está la cómoda con cajones donde se guarda parte de mi ropa.
Sobre ella un espejo.
Al fondo está el armario donde está el resto de toda la ropa. Más de la que necesito.
A la derecha del armario una puerta de ventana que da a la terraza. Un lugar a donde no voy casi nunca.
Puedo seguir imaginando con todo detalle el resto de la habitación.
En la pared a la derecha de mi cama hay otro cuadro.
En el tengo un bebé de Zambia en los brazos y un poco más atrás su madre me observa.
Aunque la luz es necesaria para ver, solo con el recuerdo de ese cuadro puedo ver el pais tan lejano a donde hace unos años nos llevó mi amigo José Manuel.
Lo recuerdo muy bien.
Un día nos anunció que se iba a ese pais como misionero.
De eso hace unos 23 años.
El motivó la formación de la Fundación Lusekelo que todavía continúa ayudando, aunque el ya no está allí para enviarnos su sonrisa tan animadora siempre.
Ahora estamos emprendiendo un nuevo rumbo con el mismo fin.
Hemos contactado con un matrimonio que nos sirve de enlace para que nuestra ayuda pueda encontrar destino.
Tengo en mi mente a todas las chicas y un chico que están estudiando formación profesional gracias a la ayuda enviada.
Hay otras tres ayudas menores también incluidas en el proyecto.
Y además terminar el colegio para autistas que el matrimonio había comenzado a construir con gran ilusión.
Sigo en la oscuridad de este nuevo día.
Dentro de poco la luz iluminará todo mi entorno.
Sin embargo, debido a la distancia, no puedo ver lo que ocurre allá en Kitwe.
Me gustaría saber de todos esos jóvenes que están emprendiendo un camino gracias a la ayuda que hemos podido conseguir.
Me gustaría ver a cada una de esas personas.
Ojalá la luz de las palabras pudiera traer hasta mi sus historias, cada una de ellas. Porque desde el momento en que de alguna manera hemos establecido contacto ya no son desconocidos.
¿Cómo es su día?
¿A qué hora se despiertan cada mañana?
¿Dónde está su escuela?
¿Qué estudian?
¿Cuáles son sus ilusiones, sus alegrías?
Ojalá pudiera iluminar también mi vida con sus historias sencillas, con todo aquello que conforma su vida, con todo lo que constituye su ser.
Conocer, saber, la vida de cada persona es una historia tan interesante.
Sería estupendo que a través de sus palabras yo pudiera ver la película de su vida y al mismo tiempo contarla, para que todos aquellos, que de alguna manera han contribuido a cambiarla, suponemos que para mejor, podamos disfrutar de esa película maravillosa de una historia real.
Quizá algún día pueda abrir los ojos por la mañana y pueda ver esa pequeña historia que le de alegría y esperanza a mi vida.
Jesús Muñiz González